lunes, 18 de diciembre de 2006

tras los pasos de los Incas y de los de mis padres

El (re-)encuentro

Mamá, papá y la llama(tiva)

Lo había previsto todo. Lo tenía planificado desde hacía tiempo; la foto, el lugar, el abrazo... Pero llegaron antes que yo lo hiciera. Apenas acababa de traspasar la puerta del aeropuerto internacional de Lima cuando vi a mi madre correr hacia mi. Once meses habían transcurrido desde aquella inolvidable despedida en el aeropuerto de Madrid. Aquel abrazo y aquellos lloros debieron ser similares a los de las madres que despiden a sus hijos antes de marchar a la guerra. Ahora nos abrazábamos de alegría (tras la batalla). Mi padre traía una sonrisa de tamaño similar a la maleta rodante que transportaba. ‘No te veíamos y fuimos a información a pedir que anunciasen tu nombre por megafonía’. Menos mal que mi padre detuvo el aviso a tiempo evitando así ser encontrado como niño (de 35 años) perdido en la playa…
En la maleta; escasas fotos de mis sobrinas e insuficiente (para mi gula) jamón, chorizo, lomo, mazapán…

Concurrido Machu Picchu

El viaje
Mi primer día en Perú, fue estresante. Hasta llegar a Lima, tuve que conectar varios autobuses siendo lo peor que aquí cada compañía de autobuses tiene su propia Terminal lo que te obliga ir de una a otra para realizar la conexión. Pronto sufrí la típica ‘amabilidad y honestidad’ de los taxistas. Que me perdonen las excepciones honradas, pero es éste un colectivo que odio de manera generalizada.
De camino a Lima, paré apenas unas horas en Trujillo, ciudad monumental por su arquitectura colonial propia del ostentoso estilo que se creó durante el Virreinato del Perú gracias a las riquezas que los españoles encontraron en el territorio de los Incas.

Trujillo

Lima es una ciudad gris, sucia, desordenada, caótica. El selecto y exclusivo barrio de Miraflores es el espacio y reducto de la gente acomodada e, irónicamente, uno de los mejores sitios que hay para comer en el mundo. No conozco ciudad alguna tan importante como Lima, que poseyendo costa y acceso al mar, viva a espaldas de éste. En cualquier otra parte, el litoral sería una zona atractiva. Aquí no. En muchos casos, llega a ser un vertedero. La Plaza de Armas es un ejemplo evidente de lo que tuvo que ser el esplendor de la época colonial.

Lima

Apenas hora y media en avión separa Lima de Arequipa, segunda ciudad en importancia del país por lo histórico y lo económico. Es denominada como la ciudad blanca pues las construcciones coloniales están realizadas en sillar, una vistosa piedra volcánica de color blanco muy abundante en la región.

Arequipa

Cerca de Arequipa está el Valle del Colca situado a más de 4000 metros de altura. Sobre el río Colca se levanta el famoso Cañón (segundo más profundo del mundo por delante incluso del Grand Canyon). El mirador de la Cruz del Cóndor es el punto de mayor profundidad –dicen que más de 3000 metros- y desde donde puede verse cóndores volar. En el valle, la población indígena mantiene a pesar del masivo turismo, sus tradiciones populares, sus formas de vida y las formas de cultivo (a base de terraza artificiales hechas con paradores de piedras sobre las laderas de las montañas).

Cañón del colca

Puno es la puerta principal de acceso al Lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo.



La visita estándar y más atractiva al lago, es la visita a la Isla de los Uros, una isla flotante (habitable) a base de hierba de totora. Con esta hierba construyen sus barcos, casas y artesanías. Interesante, necesaria visita pero excesivamente turística. Taquile es la otra isla que se visita. Es una isla donde se mantiene el sistema de cultivo inca y donde sus habitantes aún visten coloridos tejidos. Imprescindible dormir en ella para observar los impresionantes atardeceres.

Lago Titicaca

Cusco, antigua capital de los Incas, es la ciudad colonial por excelencia. Tiene muchísimo encanto. Los turistas sortean como pueden un tráfico caótico. Los alrededores de la ciudad, cuentan con importantes reductos arqueológicos de la época Inca.

Cusco

Sobre el Valle Sagrado, los Incas establecieron numerosos asentamientos aprovechando la riqueza que les proporcionaba una fértil tierra. En la actualidad, en esta zona se siembra el maíz blanco.
No puedo resistirme a expresar mi crítica respecto a la caótica organización existente en las actividades turísticas (City Tour y Valle Sagrado) que se llevan a cabo desde Cusco. La peor que conozco en el mejor sitio posible. Todas las agencias tienen el mismo recorrido al mismo tiempo por lo que los atractivos son ocupados a la vez por todos los grupos lo que hace caótico la visita. Sinceramente lamentablemente. Y aquí no hay excusas que valga de ‘tercemundismo’.
Machu Picchu es increíble. Seguramente el lugar que más me ha llamado la atención en este viaje y donde más he tomado conciencia de mi condición como viajero. La vulgaridad de mis palabras podrían enturbiar tanta majestuosidad. Y yo estaba allí con mis padres.



La (lamentable) Historia
Qué sabiduría la nuestra, la de los españoles, que avasayamos a dos de los pueblos más ricos culturalmente hablando de la Historia. A los árabes los expulsamos y a los Incas los exterminamos. Pudiendo haber sido una buena mezcla de ambos, no aprendimos nada. Nada de nada.



La encuesta
Esperando el avión de vuelta a Lima, no recuerdo cómo llega hasta mi mano una encuesta por Internet sobre los sitios más atractivos del mundo. De aquellos 22 destinos (de los que tan solo conozco seis), el más valorado era Machu Picchu con gran distancia sobre el segundo, la Alhambra de Granada. Pero lo que más me llamó la atención es que mi Toledo no estuviese entre ese listado. Como siempre, las encuestas no reflejan la realidad.

tradiciones populares en el Valle del Colca

La anécdota
Un cambio de planes sobre la marcha, nos obligaba llegar a Puno desde el Valle del Colca. Una intersección en medio del altiplano, era el punto donde el autobús de la agencia nos dejaba y desde donde teníamos que tomar el primer bus que pasara. Desde el momento que sugerí el cambio de planes, se generó la preocupación. Mi padre callaba mientras mi madre intentaba convencerme de lo contrario. La única preocupación que tenía era el tiempo que estaríamos esperando en aquel inhóspito lugar por el primer autobús. Era un día festivo y la gente no se ponía de acuerdo con la frecuencia de paso. Para mi era algo habitual pero para mis padres esa incertidumbre en ese lugar, parecía ser lo más parecido a una gran aventura.

venta en la Cruz del Cóndor

‘Afortunadamente’, nada más descender del transporte de la agencia, un autobús con destino Puno, llegaba. Cuando lo vi acercarse, pronto pude comprobar que no era ni mucho menos el tipo de autobús que esperaba y deseaba para mis padres. Mientras guardaba aquella llamativa maleta de mis padres, era objeto de la mirada atenta de los pasajeros que sacaban sus cabezas por las ventanas abiertas del vehículo. Cuando subí al interior, un olor desagradable me abofeteó. Mis padres encontraron lugar en la penúltima fila, delante de una señora que lucía llamativos rulos en su cabeza y al lado de otra señora que se extendía en todo su esplendor voluptuoso. Pronto me di cuenta de la escena y no pude contener la risa de ver a mis padres en medio de aquella escena. Superlativa ya fue la carcajada a ver a mis padres con su respectiva toallita de manos, escapando del olor. No pude atisbar en mi madre ni una simple sonrisa, todo lo contrario ‘a partir de mañana quiero saber el itinerario, sino me vuelvo para Lima’, me reclamaba mi madre mientras evitaba apoyarse en el cabecero de su asiento. ‘¡¡Un poco de aventura mamá, no te cabrees, mujer!!’

observando el Cañón del Colca

En un punto intermedio, el autobús se vació en gran parte. Les sugerí irnos hacia delante para así huir del cada vez más degradado olor que provocaba las continuas visitas al contiguo baño del autobús. Lo descartaron por evitar entrar más en contacto con aquellos asientos. Mientras atardecía y contenía la risa, yo fotografiaba desde mi asiento el entorno de aquella calle tremendamente transitada y en la que el conductor del autobús no terminara de mear sobre la rueda delantera izquierda. De repente, y entre disparo y disparo veo que un señor acaricia a mi padre ante la incredulidad de éste. Al presenciar la escena, me dirigí hacia él hasta que me di cuenta que era un borracho que tomaba el asiento de la mujer de rulos. De nuevo no pude evitar la carcajada –la misma que me sale ahora mismo- al ver a mis padres con cara de incredulidad. A los pocos segundos nos mudábamos a los asientos delanteros. La cara de enfado y los suspiros de resignación de mi madre contrastaba con la mía risueña y mis carcajadas silenciosas.
Siendo sincero, no recuerdo haber subido a un autobús que estuviese en tal mal estado como estaba aquel. ¡¡Fue el destino, mamá, el destino!!

Zona agrícola del Machu Picchu

El agradecimiento
Aunque ya tendré mejor ocasión para hablar de ella, no puedo dejar de pasar esta primera ocasión que me brinda mi viaje, para agradecer a Gracia la invitación a ‘ocupar’ su casa/palacete en su ausencia que nos hizo a mis padres y a mi.
Decirte Gracia que aquí estoy atrincherado y que ni los GEOS me van a sacar de tu habitación, de tu cama/plaza de toros, de tu mesa de trabajo con acceso a Internet, de tu ático con vistas al pacífico… Y como todo tiene su precio, el mío es una de tus fabadas y esa tortilla de patatas que me tienes prometido desde hace ya tiempo. Cualquiera diría que no nos conocemos… Millones de ‘Gracias’ harían falta como tu.

MAchu Picchu

La (otra) despedida
Mis padres se marcharon. Pero antes de irse se han preocupado estos días de alimentarme bien, a todo ‘capricho’. Me quedo más limpio e incluso más guapín. Les he escuchado hablar con pasión de sus nietas, mis sobrinas.
Espero que salvo la ‘anécdota’ del autobús, hayáis disfrutado –a pesar de los contrastes- de unos de los viaje más ansiados por gran parte del mundo. Estar en el Machu Picchu con vosotros ha sido una de las sensaciones más especiales de este viaje.
Aunque era tu propósito mamá llevarme con vosotros de vuelta, espero que me sigas fielmente por la ruta que aún me resta por hacer por este continente (en mejores autobuses que aquel en que viajamos). Las nuevas lágrimas al despedirte, atestiguan que me seguirás, junto a papá, con preocupación pero también, y aunque no lo digáis, con orgullo. El mismo que siento yo al sentirlo.

Adiós Papá & Mamá

Lima a 18 de diciembre de 2006

martes, 5 de diciembre de 2006

en el Ecuador del mundo

El viaje
Tres semanas en Ecuador da tiempo para ver mucho y también para posponer para nueva ocasión otros atractivos. Para la inmensa mayoría de la gente, Ecuador es sinónimo de las Islas Galápagos pero afortunadamente, el país tiene varios puntos de interés; la selva, la cordillera andina con sus volcanes y la costa del pacífico. En apenas seis horas se puede pasar de estar paseando por la playa a hacerlo en la selva amazonas.
Ecuador es un país con un alto porcentaje de población indígena lo que le confiere un colorido en artesanía, cultura, tradiciones… muy bonito.

caña

La gente de la sierra es la que vive en peor condiciones. De esta zona se nutre básicamente la emigración ecuatoriana. Es imposible no encontrarte con alguien que no tenga un familiar en España. Os recuerdo que los ecuatorianos son la colonia de emigrantes más numerosos en nuestro país.

Ibarra

Hace unos días hubo elecciones presidenciales aquí. Yo como la mayoría de la gente, estoy esperanzado de que el nuevo presidente, Correa, suponga un punto de inflexión a favor de los excluidos de siempre. Algunos de los votos que obtuvo, se los debe a mi labor de proselitismo entre los indecisos. América Latina se mueve, se transforma.
Los autobuses son de poca comodidad. La gente, básicamente, cordial pero bastante informal. La moneda que se usa es el dólar americano lo que le convierte en un país más caro respecto a sus vecinos. Dormir en un sitio normalito puede llegar a valer en torno a los 6$. Una habitación individual en hotel de cinco estrellas, 70$. Comer en puesto de la calle, 1.5$.

chola

Tras cruzar la frontera, llegué a Ibarra, en pleno territorio andino con valles repletos de tierras de cultivo y donde la presencia de población indígena, negra y criolla confiere al entorno una destacada y rica variedad cultural y de tradiciones. La vecina y famosa ciudad de Otavalo acoge los fines de semana uno de los mercados quizá más coloridos del mundo.

Mercado de Otavalo

Allí me encontré de nuevo con el turismo extranjero de masas. Artesanías para el turista y alimentos de la zona para los locales, recrean un mercado muy atractivo… a pesar de la cantidad de extranjeros.
Quito es una ciudad muy bonita por la estructura y arquitectura colonial y por la barroquismo de muchas de sus iglesias. Quito fue la primera ciudad en declararse Patrimonio de la Humanidad. Es imperdible.

Quito

Baños es el típico pueblo que en todos los países existe destinado al turismo de aventura; rafting, mountain bike, ascenso a volcanes, canoning, etc.

baños

Desde Riobamba, en plena sierra, sale un tren (repleto de extranjeros) que transcurre por tierras de cultivo y ante la atenta mirada de la gente, población básicamente indígena.

Tren de Riobamba

La mayor parte de los turistas, se acomodan en la parte superior del vagón, expuestos al sol o a la lluvia. El recorrido es un tanto aburrido aunque si como fue mi caso, el tren descarrila entonces la actividad resulta más emocionante.



En el Parque Nacional de Sangay me fui a reponer fuerzas en la montaña en compañía de Andoni, un vasco de Hondarribia muy agradable. Aunque el tiempo no fue el mejor, el sitio que visitamos, los Altares, es bastante bonito. Cuando la compañía y el entorno, es óptimo, poco más se puede pedir.

Hacia los Altares

En Guayaquil completé mi último capítulo sobre centros asturianos en tierras de la América Latina del sur. Marian y José Ramón me ayudaron en todo. A estas alturas y después de lo que estoy comprobando, de nada habrá servido este proyecto pues ni el Principado ni otras entidades parecen mostrar interés. Tiempo al tiempo y ya me encargaré en tiempo y forma, de poner a cada uno en su lugar.

Guayaquil

También en esta ciudad me volví a reunir con Sami e Ingrid, dos chicas que conocí en Quito en el concierto de José Luis Perales. Aunque mis obligaciones no me dejaron mucho tiempo, su guía, su amabilidad y risas hicieron que mi estancia fuese muy agradable.

Guayaquil 1

En cuatro días me recorrí la mitad de la costa del Pacífico ecuatoriana, una costa en que me agradó ver pueblos muy pesqueros, hecho que alegró a mi estómago.

Puerto López

Durante dos noches tuve la fortuna de dormir en el que ha sido considerado como el mejor ecologde del mundo este año, Alandaluz.

alandaluz

No sé si es para tanto pero el lugar muy bonito. Me dieron una cabaña a menos de cien metros del mar. Por la noche, sensación impresionante esa de estar tan cerca de un mar tan bravo como ese.
Cuenca y Loja al sur de Ecuador poseen una arquitectura colonial muy bonita.

Loja

Cuenca es imperdible.

cuenca1

Y tras tres semanas sin descanso aprovechando el tiempo al máximo y con nulo tiempo para actualizar la web, dejo atrás Ecuador, un país sin sobresaltos, tranquilo y bastante entretenido.

Manta

La invitación (ir-)renunciable
'Antonio, ¿te quieres venir a las Islas Galápagos con un grupo de periodistas?'. Cuando a uno le plantean tal ofrecimiento, tratándose de Galápagos, con todo pagado y con el privilegio de periodista… uno no puede rechazarlo bajo ningún concepto salvo que las fechas coincidan con el viaje de tus padres. Ese es mi caso, mis padres vienen a viajar conmigo por Perú en las mismas fechas del viaje al que fui invitado. ¡¡Qué casualidad!!
Un viaje a Galápagos desde Ecuador, vale como media 750€ (avión+recorrido en barco por el archipiélago durante cuatro días).
Ojala María Isabel, nunca me hubiera lanzado esa invitación. ¡Jamás!

Sangay

La cifra
Mi cámara de fotos acaba de superar los 30.000 disparos, pero no llega a la tercera parte, las fotos seleccionadas. Será una tarea compleja la de seleccionar medio millar para la proyección audiovisual. Nacho, vete preparando para ayudarme en la selección. ¡¡Te necesito, amigo!!

cuenca2

El momento
Con la mosquitera rodeándome para evitar impertinente compañía, me acomodo sobre el colchón de turno. Sin exigencias, le otorgo el visto bueno. Más exigente soy con la almohada. Demasiado baja. Hago el doblete con la sábana superior sobre el edredón. Siento un lógico olor a humedad fruto de la cercanía al mar. Hoy no preciso de usar tapones para dormir. El lugar es idílico. Apenas a unos metros de esta cabaña hecha a base de caña de bambú, las olas del Pacífico golpean sobre la tierra del litoral ecuatoriano.

Costa del Pacífico ecuatoriano

Hace un mes que las ballenas regresaron a las aguas frías de la Antártica tras aparearse y procrear en estas aguas más cálidas. Por más que las perseguí, allá por donde paso, acaban de marcharse.
Siento el estómago un tanto vacío. El arroz con marisco es pasado simple a estas horas de la media noche.
La oscuridad de la habitación no me impide disfrutar del momento. Un momento confeccionado a base del sonido de las olas, de la sensación de sentirme en el lugar adecuado y del recuerdo de los que siento vuestro aprecio y cariño. El momento es discreto, de aquellos en los que uno respira tranquilo ante la belleza del bienestar.

Frontera del Ecuador y Perú, a 3 de diciembre de 2006

martes, 21 de noviembre de 2006

despedidas de distinto sabor

El viaje

Villa de Leyva

El Departamento de Boyacá, al norte de Bogotá es de los más interesantes por su historia, paisajes y tradiciones. Sin embargo, apenas pude visitar algunos de sus atractivos. Villa de Leyva dicen que es el pueblo más bonito de Colombia. Quizá el mal tiempo que soporté me impide ser tan categórico.

Tiene una arquitectura colonial típica y una inmensa plaza empedrada. La villa es conocida por sus casas blancas y ventanas verdes pero a mi me tocó ver los edificios de la plaza pintados a causa de un rodaje de una novela.

Plaza de Villa de Leyva

A pocos minutos está Ráquira, un pueblo eminentemente turístico y conocido por su artesanía de barro.
En vista del mal tiempo decidí escapar de la zona en busca de mejor clima y me fui a la zona llanera de Colombia. Una zona de infinita llanura con una cultura e identidad muy definida.

Los Llanos colombianos

Sin lugar a dudas, un lugar muy adecuado para el agroturismo en fincas típica llaneras. Apenas un leve contacto con sus paisajes, su folclore, sus gentes y sus toros coleados…

toros coleados en Colombia

Famosa es también la carne llanera pero una indisposición me permitió disfrutar en condiciones del manjar. Muy buen recuerdo me llevé de esta zona pues las personas que me acogieron, se portaron de manera excepcional.



Y tras catorce horas en autobús, Cali me recibió con lluvia. No me gustó esta ciudad. Encontré además demasiada gente tirada por la calle. Lamentablemente tampoco pude disfrutar de la noche caleña pues mi contacto desapareció a última hora, cuando me preparaba para contrastar la famosa belleza de las mujeres de Cali en plena rumba salsera en la prestigiosa zona de Juanchito. Mi gozo en un pozo.

ermita de Cali

Y de la frustración de Cali a Popayán, otra ciudad con importante y destacado sello de la influencia española.

Calles de Popayán

Y aunque tenía previsto dedicar más días para visitar el Pacífico, decidí en vista de la lluvia pertinaz de los últimos días, abandonar Colombia hacia el próximo país de destino.

Lluvia sobre Popayán

La despedida esperanzadora
Me voy de Colombia encantado con todo; el país, la gente, la gastronomía, las mujeres… Aunque faltaron determinadas emociones que pensé desde hace tiempo podría vivir, sin lugar a dudas Colombia es convirtió en el pasaje más completo hasta ahora. He sentido el calor humano realmente de cerca. Como en cada país encontré familia adoptiva, en Colombia la familia de Mauricio en Medellín. A nivel profesional muchas personas colaboraron para que mi trabajo como reportero fuera del mejor resultado posible.

Villa de Leyva más

Colombia es un país espectacular de gente maravillosa en medio de un conflicto armado (invisible a mis ojos salvo). La riqueza paisajística del país da para disfrutar en entornos tan diversos como la selva, la sierra, la alta montaña, la costa, el llano, el desierto… ¿Se puede pedir más en un espacio tan pequeño?. A pesar de que me dicen que vi más que ningún colombiano, me faltó al menos un mes para haber visto otros atractivos. Una asignatura pendiente es disfrutar de las montañas de Colombia. Para que no se me olvide: Sierra Nevada de Santa Marta, Los Nevados, Cocuy y la Sierra de la Macarena.

atardecer llanero

Colombia es un país ajeno a los habituales canales turísticos. Mi futura agencia lo tendrá como uno de los destinos preferentes. Los contactos están realizados. Tanto solo hace falta gente que os queráis venir.
Colombia, Colombia tiene pinceladas brillantes del verde de las sierras de los Andes y la selva del Amazonas, del ocre de las tierras desérticas de la Guajira, del azul de cielos con perfil, del blanco de las casas de estilo colonial, del incoloro del aguardiente…

toros coleados

Me ocurre con Colombia lo que con un jugo de guanábana con leche o lo que con un beso en labios carnosos. Se me hace escaso, necesito siempre más.
Colombia, Colombia suena a ballenato. De ese que se menea con tanta elegancia en cualquier lugar donde surge la rumba. Ese armónico acordeón. Esa letra sufrida de amor.
Colombia, Colombia mira a través de unos ojos obscuros a medio abrir de una mujer de cuerpo exuberante para el pecado y de piel sensible y morena.
Colombia es un susurro inesperado a media noche.
¡¡Hasta pronto Colombia!!

cabalgata popular en San Martín, en el departamento del Meta

La despedida tranquilizadora
Media noche del jueves en Oviedo. Como todos los jueves mis amigos de la peña están cenando en ‘La Tata’, el restaurante que más me gusta de la ciudad. Falto yo. Decido llamarlos en medio de la habitual y exquisita presa ibérica y la sidra. Después de la sorpresa y mientras hablo con Salva que me reitera ‘¡¡en marzo debes estar aquí para venirte a esquiar con nosotros, ehh!!’, oigo a Jorge desde el rincón que me grita: ‘¡¡Antonio, la presa está de muerte!!’. Estoy a punto de colgar la llamada para dejar de sufrir. ‘El domingo es nuestra tradicional subida al Angliru y ya tenemos encargado el cordero a la estaca para después’ me comenta Salva. Este año el ‘águila de Toledo’ estará ausente pero que se preparen a mi regreso. Apoderándose del teléfono Jorge me da el golpe bajo definitivo ‘Antonio, Antonio escucha, este culete de sidra va por ti’, y mientras oigo tragárselo bebérselo quiero morirme de la envidia. De despedida un emotivo ‘Toñín vuelve’.
Así sigo, a medio camino de casi todo.

calles de Cali

Frontera entre Colombia y Ecuador, a 6 de noviembre de 2006.

viernes, 10 de noviembre de 2006

entre paisajes y vivencias, una decepción

El viaje

Catedral de Bogotá

‘Antonio, ¿te vienes con un grupo de periodistas al Amazonas colombiano?’. Hay invitaciones que no se pueden rechazar, y la que me acababa de lanzar John era una de ellas. Cuando el destino es atractivo, la compañía interesante, el plan envidiable y te pagan todo… qué se puede decir que no sea un ‘¡por supuesto! ¿cuándo salimos?’.
Días antes de salir hacia el Amazonas, había llegado desde el desierto de la Guajira a nivel del mar a los más de los 2.800 metros de altitud que tiene Bogotá. Del calor al frío (moderado).

Bogotá desde Monserrate

La capital colombiana es una ciudad sin grandes alardes, con un tráfico un tanto caótico (no posee metro), el típico bullicio de las grandes ciudades y un centro histórico muy interesante y atractivo. En él se encuentran los edificios más importantes de la República (Palacio Presidencial, senado, cámara…) por lo que está tomado por la policía y el ejército. Aunque sea reiterativo, el tipo de construcción colonial (grandes portones, ventanas y balcones de madera, color blanco…) es una auténtica maravilla en este país. En Bogotá me reencontré con Maritza a quien conocí fugazmente en Río de Janeiro y que me da cobijo, consejo y atención.

Barichara

El pueblo de Barichara, para mi el pueblo más bonito que he visto en Colombia, fue el lugar elegido para el reencuentro con Patricia. Las motivaciones compartidas y las emociones por descubrir nos dieron cita en un fin de semana en que la luz del día se mezcló con la noche por la intensidad de los deseos y el calor generado. Complicidad asombrosa, bienestar pleno, sensaciones satisfactorias… Demasiado bonito como para ser verdad.

Barichara de noche

Días después de la invitación de John, estaba montado junto a él y a una docena de periodistas en un avión camino de un nuevo encuentro para mi con el Amazonas, el ‘pulmón del mundo’. El viaje era organizado para promocionar entre los medios especializados colombianos las instalaciones de hospedaje del Parque Nacional Amacayacu. Hora y media después de salir del aeropuerto de Bogotá, sobrevolábamos la selva y el mundo serpenteante de las aguas turbias del río Amazonas.

Río Amazonas a su paso por Colombia

Hacía una semana que había estado en Punta Gallinas, el punto más al norte y ahora estaba en Leticia, el punto más al sur colombiano. Comprobar la distancia entre ambos puntos, me abrumó. Leticia, la capital administrativa de la Amazonía colombiana, nos recibió -como no podía ser de otra manera- con un calor asfixiante. Tras un recorrido en lancha rápida de apenas dos horas, llegamos a nuestro punto de destino. Al borde de la orilla del río y en pleno paisaje de selva húmeda tropical, se encontraba el alojamiento. Ocupamos un dormitorio entero con camas con mosquiteras.

PArque Amacayacu

Durante la estancia, tuvimos contacto con comunidades indígenas, montamos en canoa, hicimos rappel… y comimos de maravilla. Los que me conocéis ya sabréis que recuerdo los lugares por su comida. La última noche en el Amazonas tuvimos una fiesta por motivo de Halloween, una fiesta bastante celebrada en Colombia. Nos disfrazamos y nos fuimos a bordo de la casa flotante que dispone el Parque. La casa es propulsada por dos motores que permiten el desplazamiento por el río. Un auténtico lujo.

hotel flotante

Durante estos días fui objeto de interés por los distintos canales de TV inmersos en el grupo. Como ‘españolito’ les interesaba mi opinión sobre la zona por lo que próximamente apareceré por diversas televisiones colombianas. Y así, en un ambiente excelente de camadería y un entorno abrumador por la inmensidad, concluyó mi estancia por la Amazonía colombiana.



De vuelta y antes de adentrarme en el mundo del café visité Panaca, un parque temático agropecuario que propicia la interacción del visitante con la naturaleza y los animales domésticos.

panaca

En torno a las tierras que ocupan los cafetales, se agolpan numerosas fincas que ofrecen actividades de agroturismo. El paisaje de la zona cafetera es montañoso. El verde se extiende por todos los rincones. Cualquier terreno es válido para hacer crecer las plantas de café que comparten terreno con el cultivo de plátano y la caña de azúcar. Elegí Marsella como el pueblo adecuado para conocer de primera mano la cultura cafetera.

Plaza de Marsella

‘Pregunte por Libardo Gómez, él tiene una finca cafetera muy grande y bonita’, me respondió mi interlocutor a la llegada a Marsella. Lo busqué, lo encontré, le conté y al día siguiente estábamos recorriendo su vasta finca en compañía de su lazarillo a quién apoda ‘Gallináceo’, un rapaz de doce años y de nombre Carlos Arturo Jaramillo y que atiende de inmediato las órdenes del patrón.

café de Colombia

En el Valle de Cocora, disfruté del entorno como nunca. Quizá uno de los sitios más bonitos en los que he estado. El verde inunda el paisaje accidentado y las palma de cera, el árbol nacional colombiano, se erigen hacia el cielo. Un día nublado perfiló una jornada preciosa. Además me llegué hasta una finca y allí pude departir con los trabajadores y fotografiarles en una sesión entrañable.

personajes del valle de cocora

La decepción
Demasiado bonito como para ser realidad palpable fue aquel fin de semana que pasamos (con-)juntos Patricia. Después de ambientarme con tus palabras ante el futuro inminente a base de tus recuerdos inconfesables del fin de semana pasado, dos días antes de iniciar nuestro viaje me sorprendes con un innecesario (repito; innecesario) juego de esperas y mentiras que camuflan quizá el alcance de la miseria humana. Y por supuesto que estoy dolido porque no saliera el plan como diseñamos. Cómo no estarlo a la luz de lo que te ofreciste, te sentí, te escuché, te leí…
Únicamente poseo dos fotos de ti y ambas son dos sombras, como si solo tu existencia en este viaje hubiera sido simplemente un espejismo maravilloso… pero tan solo eso, un espejismo.

valle de cocora

El susto
No acababa de guardar aún mi cámara en su bolso cuando la buseta (microbús) en la que iba junto a otros dos pasajeros se detuvo súbitamente ante un coche de policía que acababa de cerrarnos el camino. De inmediato dos policías armados entraron por la parte delantera y otro por la puerta trasera. Apenas me dio tiempo a pensar que sería uno más de los controles de seguridad habituales cuando el primero de los policías en llegar a mi, me preguntó sin mediar cortesía y con carácter enérgico que para qué era la foto que acababa de sacar desde el autobús hacia el exterior de la calle. Le respondí en un tono que dejaba evidente que su autoridad no me intimidaba que era una simple foto que tomaba en mi condición de reportero ‘español’, coletilla ésta muy recurrente y oportuna en casos como este.

ejército

El acento de mis palabras le sorprendió y cambió radicalmente de actitud aunque eso no evitó que por mediación del que creo era su superior, me pidiese mi identificación. Mientras la buscaba por mi cartera, me comentó que había gente que tomaba fotos para luego poner bombas a la policía, tal y como había sucedido días antes. Además se quiso asegurar si yo sabía del lugar peligroso en el que me encontraba. ‘A Ud. le ven con esa cámara y aquí no tardarían ni un segundo en arrebatársela’. Como le respondí, en ningún momento me sentí inseguro y menos aún dentro de un autobús. Supongo que en un afán de cortesía profesional, me invitaron al coche policial para acompañarme hasta el lugar al que me dirigía. Os aseguro que fue entonces, en aquel coche de la policía, cuando realmente empecé a sentir miedo. Ya no solo por el objetivo que supone un coche policial para posibles atentados sino y sobre todo, por los mismos policías. A pesar de la cordialidad en el diálogo, pasé miedo durante aquellos minutos y sobre todo cuando se interesaron por el valor de mi cámara y porque no me devolvían mi identificación. Al final llegué a mi destino y todo se quedó en un gran susto.

Luna sobre el cementerio de Barichara

La experiencia
Había transcurrido una hora desde que había bebido aquel brebaje y yo no me sentía aún ni ‘borracho’, ni ‘veía’ nada, ni tenía ganas de vomitar, efectos que debía haber percibido a los quince o veinte minutos según me había comentado Wilson, el curandero (no le gusta que le llamen chamán). Por el contrario yo ya sentía la respiración profunda de mis compañeros de experiencia, Helyda y Roger. Estaban en sus respectivos trances. Mientras Wilson profería sus repetitivos cánticos en la oscuridad de aquella bonita cabaña situada en la selva amazónica yo esperaba mi momento. En un intervalo de sus cánticos, le dije que no sentía nada por lo que me ofreció otra dosis más de yagé. El yagé es un brebaje preparado a base de plantas utilizado por diversas comunidades étnicas andino-amazónico con fines medicinales y purgativos.
Entre las explicaciones surrealistas de Roger de su experiencia y los vómitos de ambos, yo esperaba por mi trance. El efecto del yagé es lo que se denomina un Estado Modificado de Conciencia, en el que en ningún momento se pierde la conciencia, solo que se vive un estado de “conciencia ampliada”, del que normalmente las personas recuerdan todo lo ocurrido y las visiones tenidas, así en muchos casos no sepan expresar en lenguaje verbal el contenido de esas visiones. Se habla también de borrachera pues el efecto supone una pérdida de la coordinación corporal. Los vómitos y diarreas que se producen son síntomas de la purgación de cosas negativas (pensamientos y enfermedades).

yagé

Hora y media y yo sin efecto alguno. ‘Wilson, sigo igual’. De inmediato me acercó la tercera dosis. A los pocos minutos vomité pero seguía sin tener ‘visión’ alguna. Mientras tanto Roger y Helyda, ‘gozaban’ de sus trances entre los vómitos y la visita al baño.
A las dos horas y media, Wilson inició la ceremonia final. Mis compañeros apenas podían coordinar sus movimientos. Muerto de sueño y defraudado por la experiencia marché a mi hamaca. Al día siguiente pregunté a Wilson por el por qué de mi experiencia. ‘Eres una persona fuerte y sana pero el miedo que tenías a vivir esta experiencia te ha impedido disfrutarla’. Más que miedo creo que era incredulidad.

madre e hija

El momento
Llueve, diluvia sobre la oscuridad del Amazonas. Mis agradables compañeros de viaje duermen. Las luces del complejo permanecen apagadas como todas las noches. Por la ventana contigua a mi cama con mosquitera apenas distingo formas. El ambiente un tanto fresco me motiva cubrirme con la sábana. Grillos, sapos, ranas y otros silencios de la selva… recrean una atmósfera exclusivamente para mi disfrute.

atardece sobre el Amazonas

Son en esos momentos cuando tomo conciencia de la experiencia de mi viaje. Enciendo la luz de mi reloj, y las 10:33 en España, el lugar al que deseo volver cuanto antes. Pero estoy aquí. Y a falta como siempre en momentos similares de felicidad de ese cuerpo caliente, discretamente perfumado y sensible a mis caricias que me permita compartir mi vivencia para creérmela; cierro los ojos, aspiro, me relajo y disfruto en pleno Amazonas.

En Marsella a 7 de noviembre de 2006