miércoles, 18 de enero de 2006

gente e historias especiales

Largo fin de semana entre Valparaíso y Viña del Mar. Allí me fui con el objetivo de conocer a su colectividad asturiana.

Valparaíso, patrimonio de la Humanidad, es una ciudad marítimo-portuaria cuya peculiar situación geográfica condiciona su trazado y arquitectura. Tanto es así que hoy en día los ascensores (aunque realmente son funiculares) y tras un siglo de actividad, representan un medio de transporte fundamental que comunica el centro administrativo en torno al puerto con los más de treinta cerros que rodean en forma de herradura la ciudad. Para que os hagáis una idea, Lisboa es quizá el referente más similar y cercano para nosotros. Con el paso del tiempo, las laderas han ido cubriéndose de nuevos asentamientos hasta tal punto que ya se ha superado la parte más alta de los cerros.

Prácticamente sin división clara, emerge la turística ciudad de Viña del Mar, cuyo referente más próximo lo podríamos encontrar en un Benidorm o la Costa del Sol.

El miércoles por la noche estuve con la Presidenta de la Colectividad Asturiana de Santiago de Chile y dos de sus miembros (es época de vacaciones y gran parte está fuera de la ciudad). Quedamos en el Estadio Español de la capital (institución ésta como la de Valparaíso en torno a la cual la colectividad española se agrupa como club de recreo), un lugar con unas instalaciones increíbles (piscinas, restaurante, pistas polideportivas....) y que cuenta con bolera asturiana y un hórreo. La atención que me prestaron fue excepcional.

Valparaiso

El jueves al medio día tras dos horas de viaje llegué a Viña del Mar donde me esperaba Pepe, el Presidente de la colectividad. A través de él pude comprobar la emoción que supone para estos hijos de emigrantes, la historia dura de sus antepasados, en su caso, la de su padre. Me invitó a comer a su casa y a través del contacto con su familia pude hacerme una idea de cómo viven sus hijos la asturianía de su padre. Por la noche cené en el Estadio Español, sede de la Colectividad Asturiana. En torno a la mesa, una decena de asturianos y muchas risas, muchas anécdotas, muchos recuerdos y mucha Asturias. A las cuatro y media de la noche nos levantamos de la mesa los últimos. Y todavía le quedaron fuerzas a Manolo para realizarme un tour nocturno por las calles y cuestas de la espectacular Valparaíso. El viernes lo tomamos de relax, en especial yo, que me descuidé tomando el sol en las playas de la turística Viña del Mar. Por la noche era mi intención conocer el ambiente nocturno de un sitio como Viña lo más parecido a la Costa del Sol o Benidorm. No hubo manera, pues me quedé sin la guía con la que había contactado el día anterior en la playa. Espero Giovanna exista nueva ocasión… Y tampoco la temperatura me lo permitió pues no llevé ninguna prenda de manga larga y esa noche fue realmente fresca. La noche sábado los bares y discotecas cerraron a media noche debido a que al día siguiente domingo, había elecciones a la Presidencia de Chile. Y me pregunto, ¿y si se aplicase esta ley en España? Quizá no tendríamos los presidentes de gobiernos que tenemos. En definitiva, que me quedé sin conocer el ambiente de fiesta veraniego de la zona.

ascensor

El sábado por la mañana, Esperanza, asturiana militante, me acompañó a realizar fotos a la bolera asturiana y al precioso hórreo que recién acaban de inaugurar dentro de las instalaciones del Estadio Español. Por la tarde, y después de comer con él y su familia, Manolo volvió a realizar tareas de guía turístico por Valparaíso. ¡¡Gracias Manolo!! El domingo, cuando pensaba que el día sería ideal para moverme a mi aire y tomar fotos tranquilamente con intención de publicación posterior, Pepe insistió en que me fuese a comer a su casa. ¿Cómo conjugar las pretensiones de no querer molestar con las de no ser descortés? Las fotos no las conseguí pero a cambio disfruté de un día repleto de sensaciones que sólo yo puedo apreciar y valorar, ¡¡gracias familia!! De esta buena gente, me llevo el mejor de los recuerdos posibles, esos que quedan grabados a fuego en el corazón.

De vuelta a Santiago, me recibió la celebración de la victoria de Michelle Bachelet. Medio Santiago estaba tomado por coches tocando el claxon y gente con banderas en la mano y entonando gritos partidistas.

Y de vuelta al albergue. Aquí estaré hasta el próximo día 25. Y mientras tanto sigo ordenando mis obligaciones y proyectos. Durante estos días trabajaré en mi proyecto de colectividades asturianas realizando sendos capítulos sobre Santiago y Valparaíso. Ayer estuve en el Centro Vasco de Chile. Mientras el resto de colectividades se agrupan en torno al Estadio Español, vascos y catalanes son las únicas colectividades que tienen su propio espacio físico y cultural diferenciado. Ese hecho, me animó a intentar realizar un reportaje sobre las distintas colectividades españolas (o del Estado…) representadas en la emigración latinoamericana. Es por ello que ayer estuve entrevistándome con la colectividad vasca.

El albergue supone un sitio estupendo para conocer gente. Estas dos últimas noches compartí charla con dos brasileños que me han ayudado a perfilar aún más mi ruta por Brasil, especialmente en lo referido a playas y el carnaval. Haber si lo puedo vivir. También estuve hablando el lunes con un alemán que lleva dos meses viajando por América Latina aunque durante este periodo ya ha visitado la mayor parte de los países (¿?). El lunes hablé con un australiano que iba a viajar por los cinco continente en dos meses (¿?). Afortunadamente, hay distintas manera de viajar. Me he hecho amigo del cocinero del albergue y me cuida bastante bien, por tanto, mamá & papá; tranquilos.

Esta semana se aventura de trabajo aquí en Santiago. Quiero llevar al día el tema del libro de las colectividades. Ya habrá tiempo de disfrutar a tope con nuevos lugares y nueva gente. Toca trabajar.

Estoy a punto de alquilar mi piso. Espero tener suerte y que siga tan impecable como hasta ahora. Alquilarlo me dará más tranquilidad.

Gracias por vuestras palabras de apoyo. Lamentablemente no tengo tiempo para contestar. Poco a poco lo iré haciendo. A partir de éste mail, podréis acceder al siguiente sitio web (www.aviajar.bitacoras.com) que he abierto gracias a la inestimable ayuda de mi buen amigo Mikel, quien desde Gipuzkoa siempre estuvo dispuesto. ¡¡Gracias amigo!! Ahí encontraréis esas fotos que algunos me reclamabais.

Empieza ligeramente a atardecer sobre Santiago. Es ésta una ciudad interesante para vivir. Posee una oferta de actividades al aire libre muy próxima e interesante. Es la hora en que una ligera brisa viene a mitigar los 30º de temperatura máxima que acogen esta ciudad durante la mayor parte del día. La misma que por la noche invita a la manga larga. A través de la ventana, observo como la brisa agita las ramas de los árboles. El color de los cerros que rodean Santiago, en invierno nevados, apenas hoy contrastan con el cielo azul. Y cierro los ojos...

Santiago de Chile, 18 de enero de 2006.

martes, 17 de enero de 2006

pendido de un hilo...

10.730 kilómetros, trece horas y media de avión y muchas ilusiones separan Madrid de Santiago de Chile, primer destino de mi viaje por América Latina.

Chile es ese país en el que debes dormir con cuidado de no caerte al mar. Donde la gente habla como si estuviese a punto de romper a llorar. Donde se puede disfrutar de espacios diversos que van desde el desierto de Atacama al norte hasta los glaciares del sur patagónico pasando por los valles fértiles del centro, la siempre presente cadena montañosa de los Andes en extensión latitudinal y los fiordos que bordean la costa más meridional. Más de 4000 Km. separan un extremo del país del otro y el ancho mayor no alcanza los 350 km. Un país para disfrutar pendido de un hilo.

Santiago me recibió en pleno verano y de la mano de Silvana, chilena con la que compartí viaje en avión. De la misma mano, conoceré la zona de Pucón, un lugar con múltiples posibilidades de actividades al aire libre como senderismo y rafting entre volcanes, lagos, parques nacionales, termas...

Plaza de Armas

El calor soportable favorece un ambiente que invita a las actividades al aire libre y a estrechar las relaciones sociales. Tras tres días, manejo bastante bien la ciudad. La compra de un bono prematuro para viajar en Metro, me permite moverme a antojo y en función de alguna que otra prisa. La ciudad es cómoda. Está situada en un valle y rodeada por diversos cerros, que me dicen favorecen una alta contaminación atmosférica. El centro de la ciudad bien podría ser el de cualquier ciudad española, excepto Oviedo cuyas rotondas con semáforos y esas fastuosas farolas la hacen única...

Ya tengo un lugar localizado donde trabajar cómodamente, la biblioteca pública de Santiago. Desde aquí os escribo. En mi salita acristalada y conectado por wifi a todo el mundo. Hoy incluso hablé por Internet con España.

Me alojo en la opción aceptable más económica (10€ la noche), el albergue juvenil de la ciudad. Brasileños y anglosajones (siempre en todos los lados) son los más asiduos. Soy el único español aunque los sempiternos alegatos en las puertas de los baños de esta América Latina hacen suponer el paso de levas vascas y catalanas por aquí, o por lo menos por los aseos del albergue. Quizá por ser el único, me corresponde a mí responder a las preguntas tópicas respecto a españoles y demás estados libremente asociados…

Palacio de la Moneda

Ya compartí diversas charlas y mantel con un japonés, austriaco, ecuatoriana, uruguayo, chileno, brasileña… Los mails se empiezan a intercambiar y las invitaciones y ofrecimientos de casa y consejos se perfilan. Tomo nota.

Los primeros contactos con la comida local, son prometedores. Realmente comer bien es bastante barato. A pesar de ello, mi presupuesto limitado me impide disfrutar de cenas como la del lunes; buena carne y mejor vino en un sitio muy agradable. No obstante, Chile será el país más caro que recorreré.

Con los brasileños estoy empeñado en encontrar la ubicación del Toledo de su país. He descubierto que ellas saben más geografía y bueno, y que realmente están más buenas. No obstante, el Toledo brasileño se me resiste… tanto como ellas. Sigo intentándolo.

Conocí a Edgard y Marcela con quiénes contacté por Internet. Con él, que es fotógrafo, vamos a trabajar juntos en algunos reportajes. De hecho, hemos comprado billete de avión aprovechando una buena oferta para la Isla de Pascua y allí nos iremos una semana dentro de quince días. El plan es de esos de los que prometen, de los se agita el corazón. Con Marcela, aprendí a conocer un poco más del mundo de los weblog pero mucho más aprendí de su compromiso social con lo que ella llama el 'submundo', la parte marginada de éste Chile económicamente boyante. Un azote más a mi conciencia.

Lo bueno de viajar sin planes y con tiempo (de momento…) es que puedes organizarte la ruta a tu antojo. Las opciones se multiplican a ritmo de conversaciones en torno a los mapas del albergue. La Patagonia espera y el clima no deja mucho margen.

Mi proyecto de visitar todos los centros asturianos de América, ya está en marcha. Esta tarde tendré una primera toma de contacto con los asturianos de Santiago y el fin de semana me voy a Valparaíso y Viñas del Mar a visitar al otro grupo organizado. Estas dos localidades, situadas en la costa del Pacífico, son el referente en cuanto a la marcha y ambiente veraniego en Chile. Preparo el bañador y las frases geniales (¡?).

Atrás dejé de momento… la última paella de mi madre, las últimas sonrisas de mis sobrinas Lucía y Paula, el último consejo de mi padre, los últimos abrazos de mis hermanos y resto de familia, el último paseo por mi casa, el último sueño en mi cama, el último culín de sidra, la última cena de despedida de 'rodadores', las últimas despedidas omitidas, las últimas lágrimas sobre mi hombro, los últimos buenos deseos de los amigos, el último vistazo por el retrovisor de Toledo y Oviedo, la última llamada, el último adiós emocionante de mi madre, la última… de momento.

Concluye éste primer correo, primeras páginas de lo que ha de ser mi cuaderno de viaje. Siento que vivo una experiencia única, de magnitud imprevisible… tal y como quiero vivir mi vida.

11 de enero de 2006. Santiago de Chile (Chile).