lunes, 30 de octubre de 2006

odisea y langosta en el Desierto (caribe colombiano)

amarrando la barcaza

El viaje
Recorriendo la costa caribeña colombiana llegué a Santa Marta desde Cartagena de Indias para acceder al Parque Nacional de Tayrona. El parque cuenta con playas más o menos salvajes y parte del mismo es habitado por grupos indígenas como los inaccesibles Kogi.

indios Kogi en la Sierra Nevada

El territorio que ocupa el parque engloba parte de la Sierra Nevada de Santa Marta que acoge a los picos más altos de la tierra más próximos al mar. En apenas cincuenta kilómetros se alcanzan los 5.800 metros del Pico Bolívar.

Pico Bolívar

Lamentablemente estos picos no son accesibles por ser una zona en conflicto armado. En el parque tuve la oportunidad de dormir tanto en hamaca como en una cabaña preciosa al borde del mar. La noche de la hamaca nunca la olvidaré pues estaba solo en aquel lugar y cayó una tormenta extraordinaria que trajo consigo el mayor trueno que jamás escuché en mi vida. Creí que la tierra se abría a mis pies. Aquel trueno se prolongó como cuatro o cinco segundos interminables.

PN de Tayrona

Desde allí me fui a Valledupar, la cuna del vallenato, quizá una de los estilos de música que más me gusta.

Valledupar, cuna del vallenato

Ahí permanecí más tiempo de lo deseado esperando que mis compañeros de aventura por La Guajira llegasen.
Una vez lo hicieron nos subimos a bordo de un 4x4 y allí nos fuimos. La Guajira es una península semidesértica y cuya parte más septentrional (denominada Alta Guajira) acoge un paisaje precioso donde destaca el contraste de colores entre el ocre del desierto y el azul turquesa del agua del mar caribe.

cuarto de baño del hospedaje

Por el territorio se reparten los indios wayuu que habitan en rancherías aisladas unas de otras. No hay luz, no hay agua canalizada e incluso en gran parte del año, en muchos casos deben andar varios kilómetros para hacer acopio de ella. Los que viven al lado de la costa viven de la pesca. Los del interior exclusivamente de lo que les aporta modestos rebaños de cabra. El turismo, apenas se focaliza en el Cabo de la Vela, para mi gusto lo menos interesante de la Alta Guajira.

indios wayuu en un baile tradicional

El grupo de expedicionarios lo formábamos además del guía y el conductor, cuatro colombianos (dos de ellos afincados en Barcelona) interesados en conocer las posibilidades de negocio de la zona y yo en mi condición de reportero. Dadas las características del grupo, la expedición se formó aún a sabiendas que el mes de octubre es el mes menos adecuado para adentrarse en la Alta Guajira pues el agua de las lluvias hacen intransitables los caminos de tierra tanto por los lagos que se forman como por el barro acumulado. Y así ocurrió. En numerosas ocasiones tuvimos que apearnos del coche para empujar, poner piedras o ramas sobre la huella previsible del 4x4. Además el camino no era muy evidente y más de las deseables nos vimos obligados a retroceder. Nos creímos a salvo cuando nos encontramos con otro 4x4 al que seguimos. Lo peor llegó al atardecer cuando los dos coches quedamos hundidos. Después de dos horas de fajarnos llegaron cinco 4x4 y nos creímos salvados. Sus ocupantes eran ‘traquetos’, traficantes de droga. Apenas nos ayudaron.

costa de la Alta Guajira

Una vez pasaron todos ellos nos pidieron las cadenas que nos habían prestado y de nada sirvieron nuestros ruegos y súplicas. Siguieron su camino hacia la costa donde embarcarían la droga en potentes lanchas (me cuentan que las propulsan tres motores de 240 CV) camino de Araba, desde donde se transporta a Holanda. El coche que nos acompañaba transportaba sacos de 60 kilos de panela (un producto derivado de la caña de azúcar que tras un proceso se solidifica). Varias veces fueron las ocasiones que tuvimos que descargar y cargar esos sacos. Con cinco kilos menos sobre mi peso actual y un barro en el que te hundías aún más por la carga, tuve que transportar esos sacos. Cuando después me enteré que esa panela era para hacer licor quise morir de la rabia.

expedición por la Alta Guajira

Después de más de seis horas para recorrer apenas cien metros, pudimos salir. Y lo hicimos con barro hasta las orejas (sin exagerar un ápice) y con espinas clavadas en las plantas de los pies por tener que andar descalzos por aquel lodazal. Después de encontrar refugio en una ranchería dormimos como pudimos en hamaca con el barro adosado a nuestra piel. Al día siguiente más de lo mismo; más barro, más desesperación, más extenuación… Menos mal que los indios nos ayudaron ese día, pues de no ser así, aún seguiríamos allí. Eso sí, su ayuda tenía un valor. Dinero, siempre dinero.

Comida en la costa de la Alta Guajira

A salvo del barro recuperamos la risa y empezamos a disfrutar del paisaje, de la compañía de nuestros hospederos y, como no, de la comida a base de pescados y langosta. Durante estos días comí más langosta que en toda mi vida.¿Alguien desayunó alguna vez langosta? Yo durante estos días varias veces. De regreso nos creíamos que el buen tiempo habría secado el terreno. Pero no fue así. Y mientras España y Asturias en particular disfrutaban de Fernando Alonso, yo sufría como un cabrón quitando barro. De nuevo tuvimos que buscar cobijo en una ranchería indígena. El último día compramos un cabrito y allí nos lo mataron, nos lo cocinaron y nos lo comimos. No hay nada como una buena comida para compensar tanto sufrimiento.

El lugar
Punta Gallinas es el punto más septentrional al que llegaré durante mi viaje. Desde el punto de vista simbólico, llegar hasta aquí supone un valor extraordinario para mí. Si miro hacia el sur, mi mirada llega hasta las Islas Becasses en pleno Canal de Beagle y a las que llegué como recordarán mis incondicionales a bordo del buque Tora de la Armada Argentina. Si miro el mapa que me acompaña, y compruebo la distancia y el tiempo que separa un punto del otro, es entonces cuando me siento tremendamente orgulloso del recorrido de mi huella.
A partir de ahora, ya todo es ‘bajada’…

Comida en el interior de la Alta Guajira

Desasosiegos indeseados
No sois pocos los que me hacéis referencia a las sensaciones personales que os provoca la experiencia que estoy viviendo. En muchos casos siento desasosiego en espíritus inquietos a los que les encantaría poder tener una experiencia como la mía. Hace mucho, mucho tiempo que quiero ofrecer una respuesta que sirva de tranquilizante. El último mail de mi amigo Honorio me impide seguir callao. Pero me cuesta. Y me cuesta quizá porque es muy difícil convencer a alguien que tiene interés por conocer, por mezclarse, por aventurarse… viajando, hacerle relativizar una experiencia así.

pescadores en Santa Marta

Entiendo amigos y amigas inquietos, vuestros desasosiegos. Me son muy familiares pues las experiencias de otros también me inquietaron a mi.
En contra de lo que algunos pensáis, el hecho de vivir una experiencia como la que estoy viviendo no es sólo “cuestión de valentía”. Yo tuve la fortuna de recrear unas condiciones que me permiten vivir en la actualidad esta aventura y a mi regreso con una relativa tranquilidad. Pero tampoco voy a negar lo evidente; el grado de valentía que tuvo mi decisión está en que pudiendo haber optado por otras opciones más convencionales, opté por afrontar este viaje.
En contra de lo que algunos pensáis, el acto de viajar como lo hago no está exento de desmotivaciones, cansancio y me atrevería a hablar de hasta cierta rutina. Viajar aún con sus connotaciones especiales, no deja de ser otra forma de vivir por lo que es susceptible de afrontar alegrías, desilusiones, decepciones, pasiones… Quizá la diferencia y no estoy tan seguro de lo que voy a decir, estribe en que depende de uno el descansar o invertir el ritmo de vida (del viaje) para convertirla/lo en más excitante. En la vida normal esto no es siempre fácil.

Parque NAcional de Tayrona

En contra de lo que algunos pensáis, yo siento envidia, admiro, me quito el sombrero ante experiencias vivenciales que muchos de vosotros estáis aprovechando (profesionales, familiares…) y yo no por haber optado por la que me ocupa. Qué decir de la experiencia de los que habéis sido papás o mamás durante este tiempo. ¡¡Qué envidia (creo)!!Lo que nos ocurre a los inquietos, a los que queremos vivir al máximo esta vida es que añoramos y valoramos vivencias a las que difícilmente podremos llegar (al menos de momento) por haber tomado en su día otras opciones en el plano familiar, laboral, sentimental… Creo que tenemos derecho a admirar esas otras vivencias pero desde la racionalidad que debe alumbrar el contexto y entorno de cada uno y de cada una de las decisiones por las que optamos en su día.

pescadores en el pueblo de Camarones

En contra de lo que algunos pensáis, yo volveré siendo el mismo. Con otras vivencias, experiencias, sensaciones… pero el mismo. No lo tenía tan claro antes de iniciar mi viaje pero a estas alturas, ya sí. Mi manera de vivir mis relaciones familiares, sociales y afectivas, de vivir mi entorno, de vivir mi espacio serán esencialmente las mismas. Si la experiencia ‘enriqueciese’ tanto como pensáis, me serviría para definir un buen futuro profesional, y eso será harto difícil. Y no amigo Honorio, no. No cambiará “mi forma de ver”. De ver Asturias y subir sus montañas amarrado a ti –como siempre en mi- mientras te insisto ‘¿pero es peligroso?’ y tu respondes ‘no, no, es muy fácil’ –como siempre en ti-. De ver otros lugares tan maravillosos como los que pueda ver por estas tierras, te lo aseguro (contigo vi(ví) los valles beréberes y Marrakech que ocupan un lugar preferencial en mis destinos preferidos). De ver a mis amigos, aún más orgulloso que antes por tenerlos como tal.

El Cabo en el PN de Tayrona

Lamento que mi experiencia suponga desasosiego en espíritus inquietos. Espero que mi reflexión mitigue en parte esa sensación vital. Espero opiniones.
No puedo negar que una experiencia como la que puedo estar viviendo es una experiencia increíble. Pero mucho me temo por lo que siento en algunos de vosotros y por lo que sentí en su momento, que sólo quien puede vivirla tiene a su alcance relativizarla en su justa medida. Yo confío en vuestras capacidades para que así lo entendáis.

El Cabo de la Vela

Sábanas bien blancas
Mis experiencias en hamaca no son precisamente afortunadas. Esa noche tampoco lo sería. Apoyándome sobre una silla que había arrimado, me mecía de un lado a otro. Con el vaivén generaba un poco de brisa que mitigaba el calor y la humedad de una noche sin luna sobre el Caribe. Los relámpagos de una tormenta aún lejana, iluminaban el horizonte y las aguas calmadas que bañan la aridez del desierto de la Alta Guajira.
Descansaba más o menos limpio después de un ‘ducha’ de agua dulce a base de cubos de agua. Agua dulce, un lujo en la Guajira, que alejó en gran parte el barro adosado a todo mi cuerpo.
Balanceado y atento al horizonte activo, recordé la noche anterior en la que embarrado y maloliente intentaba conciliar el sueño. Esa noche solo pude lograr dormirme cuando proyecté en mis sueños una cama grande de sábanas bien blancas y mis brazos aferrados a un cuerpo caliente, discretamente perfumado y sensible a mis caricias.

En la Alta Guajira a 24 de octubre de 2006

miércoles, 11 de octubre de 2006

por fin, por fin Colombia

Colombia

El viaje
Hace trece meses había dos países que no pensaba visitar nunca: la India y Colombia. Después de determinados encuentros el verano pasado en Costa Rica, estos destinos se convirtieron en un objetivo prioritario en mi agenda. Y a Colombia ya llegué. Y llegué a un país que vive en medio de un conflicto armado que parece oculto a mis ojos, con orden y limpieza, con paisajes preciosos y, sobre todo, una gente encantadora. Casi tres semanas y las sensaciones son excepcionales. Que siga así.

Santa-Fe-de-Antioquia

Desde la mismísima frontera, aprecié y agradecí la calidez del colombiano. Sinceramente y sin exagerar, increíble atención y mejor predisposición. En Bucaramanga encontré tras mucho tiempo sumergido en el caos, una ciudad tranquila, muy tranquila. Y allí me esperaba Patricia, con quien comparto la pasión por los viajes y a quien conocí hace casi dos años en un foro cibernético al que acuden viajeros independientes para intercambiar información para sus aventuras. En el mismo foro, conocí a Fernando de Santiago de Chile y a Carolina de Buenos Aires.

Bucaramanga

Desde hace ya unos meses, y por diversas cualidades que quise intuir en ella, Patricia se había convertido en un referente principal en mi recorrido por esta ‘tierra tricolor’. Por ello me pareció una idea muy atractiva sugerirla a subirse a bordo de esta mi aventura. Después de un par de meses de perfilar recorridos y proyectar momentos, días antes sucedió ‘lo extraordinario’ en forma de compromisos laborales de última hora pero también, y como me temía, temores a ‘convertirse en una más’ (¿¡!?).
Atenta a mis necesidades, me ofreció alojamiento en su casa junto a su madre. Con el pasar de los cinco días, una confusión de emociones extrañas se apoderó del ambiente.
Y así llegué a Medellín y a casa de Mauricio donde Sonia y Orlando, sus padres, Alejo y Esteban, sus hermanos y Lucía, su tía; me acogieron como uno más. Y tanto fue así que más de una semana pasé entre su cariño y atención.

amigos en Medellín

Cualquiera lo dudaría pero para nada tiene que ver en la actualidad la realidad que nos llegaba hace unos años de esta ciudad, más conocida por los estragos de la violencia en torno a la droga. La droga sigue existiendo pero sus ‘comerciantes’ ahora se camuflan dejando atrás las extravagancias del famoso Pablo Escobar, máximo exponente hasta su muerte del cártel de Medellín. Actualmente es una ciudad (mucho más) tranquila, organizada, dinámica, pujante en lo económico… y que recupera los espacios públicos para una población que vivió prácticamente durante muchos años sin hacer vida social.

centro administrativo

Desde luego en esta ciudad podría vivir un tiempito muy, muy a gusto. El ritmo de vida que tuve en Medellín fue agotador; de un lado para otro sin parar. Como a mi me gusta. Aprovechando el tiempo. Yo creo que nunca conocí a tanta gente en tan poco tiempo.

medellin de noche

Puedo decir que en esta ciudad conocí tanto a personas que viven en unas casas y pisos espectaculares (éstos últimos de casi 300m2) como familias que moran en barrios muy humildes como el de El Morro, un asentamiento de 40.000 personas construido sobre un antiguo basurero.

desayuno en el barrio de El Morro

En esta misma línea me fui a la zona rural del oriente de Antioquia para conocer la organización de las comunidades campesinas, muchas de ellas azotadas por la violencia del conflicto armado. Así y a través de Yeidi, una joven paisa (como se llaman los que viven en Antioquia) a quien conocí de manera fortuita de camino a Medellín, pude entrevistar a María una mujer que ha sido obligada al desplazamiento. Millares son los casos en este país de personas y familias que han sido obligadas a dejar sus casas y tierras por causa de la guerra. Su testimonio, impresionante tanto como los escritos en forma de versos que le ‘inspira’ el conflicto armado y que leyó con pasión y dolor..
El recorrido por esa zona rural precioso y más aún tras realizarlo en chiva (autobús abierto –sin cristales- tradicional utilizado tanto para el transporte de pasajeros como de mercancías).
oriente de Antioquia

Casi escapando de todo y de todos, dejé Medellín en dirección norte hasta llegar a Cartagena de Indias. Cartagena representa todo lo que supone el caribe; arquitectura colonial española, negros, mulatos (mulatas preciosas), gastronomía, arte, calor (calor asfixiante), ritmos pausados, desorden… Cartagena me recuerda mucho a La Habana y Santiago de Cuba. Tal es la magia que tiene este lugar que estos días dos películas se están rodando. Ayer pude intuir tras un maquillaje increíble a Javier Barden, mi actor favorito. Cartagena de noche es una ciudad espectacular. Muy bien iluminada, actividades como pasear, cenar al aire libre, charlar… se convierten en un auténtico placer. Sus gentes, gente muy ‘bacana’.

cartagena de indias 3

‘Sin tetas no hay paraíso’
Así se llama una novela colombiana y de la que actualmente se pasa una serie en televisión. Me encanta el título y lo hago alusión porque uno de los sectores más pujantes de la ciudad de Medellín es la cirugía estética. Otros de los sectores más relevantes en lo económico, sino el que más, es el textil. Esta atmósfera invita en el especial a la mujer a alcanzar determinados ‘estándares’ de belleza, llegando en muchísimos casos a acudir a la cirugía. También a ese fenómeno contribuyó la época dura del narcotráfico en que por aquel entonces –me cuentan- algunas mujeres se lucían delante de los capos de la droga. Esta es precisamente la historia de la novela y serie de TV, el deseo de una joven por operarse las tetas y conquistar con más realce y posibilidades a algún capo y vivir al lado suyo un mundo de lujos.

pasión en Medellín

No son pocas las mujeres que se llegan hasta Medellín para operarse ya no solo el pecho sino cualquier otra parte del cuerpo. Es un negocio en auge, tanto que la gran mayoría de estudiantes de medicina de la ciudad, aspiran a ser cirujanos plásticos.
Para la que esté interesada, una operación de pecho vale aquí en torno a los 1000€. Es maravilloso pues te tomas un avión en Barajas (próximamente está previsto un vuelo directo) destino Medellín, te pones unas tetas espléndidas y luego te vienes a Cartagena a tomar el sol y a tostarlas y te vuelves a España con otro glamour y mucho morbo también “Josefa, ¿me enseñas las tetas?”, “Benganita, ¿te puedo tocar las tetas?”. Y todo por el precio módico de unos 2000€. Lo tengo claro, en mi próxima agencia de viajes, voy a promocionar este ‘tour’.

mujeres en medelín

Pasear por la zona rosa de Medellín es un ejercicio cardiovascular recomendable. Pechos exuberantes te acorralan. Todos o casi todos hemos imaginado a esa amiga fantástica, guapísima y dulce pero sin pecho como sería si tuviera un buen pecho. Aquí en Medellín, el ejercicio de abstracción es el inverso. ¿Cómo sería ésta mujer sin tetas?
Por las mujeres con un gran corazón.

noche en Medellín

No fue suficiente
No fue suficiente no, lo que me provocó el juego de manos que inicié en aquel cine. La complicidad mutua ante tu gente. Tu tiempo y tu predisposición a agradarme. Los propósitos para enderezar el presente. Mis acaricias sobre tu espalda descubierta durante esa obra de teatro. Aquel beso que me lanzaste la última noche. El paseo hacia casa amarrada a mi brazo.
No te perdono haber dudado de mi. No haberme llevado a San Gil. No haberme llevado a comer hormigas de no sé qué nombre. No haber aceptado mi lado izquierdo.
Y dices deberme una, la quiero ya.
Lamentablemente tu altura es demasiado para mí, para mi alter ego.

cartagena de Indias 2

Momentos
Aquella cena invitado por Fernando Echeverri, un chef español a punto de instalarse en Medellín. En la mesa; Fernando, Didier (un vasco francés visitando a su novia y con idea de quedarse también), Mauricio y yo. Más de cinco horas de cena y sobremesa, seis botellas de vino español, tres platos de sabor familiar, infinitas risas y consiguiente brindis por las mujeres paisa, dos horas que esperó Mauricio por mi durmiendo en su coche, cuatro horas de sueño y recuerdos imborrables.
Aquella bendición del Padre Andrés de la casa recién habitada por María y sus dos hijos. Además de la casa también fue bendecido mi proyecto de viaje. Testigos del acto fueron el hijo e hija de María, Alejo (hermano de Mauricio) y yo. Apenas hacía veinte minutos había hecho acto de presencia en aquella casa y ante esas personas desconocidas. Yo no sabía donde me llevaba. ‘Esta es la casa de Dios y, por tanto, también es tu casa’ me dijo María. Y también lo fue el rissoto con el que me brindó a mi llegada y el vaso de vino blanco. De la puerta a la mesa en tan solo dos segundos y sin apenas tiempo para presentarme. Bendecido quedé ante esa gente tan maravillosa y ante Dios.

botero

Aquel momento en que tras despedirme de Miguel después de ayudarle a planificar el viaje de su familia al norte de España (en aquella terraza de su piso, más grande que toda mi casa junta), sacó varios billetes de su cartera para ofrecérmelos. En este caso no gozaba de la suficiente confianza como me ocurrió con Francisco en Rosario-Argentina para rechazar un ofrecimiento de ese tipo. Aunque Mauricio dice que no, me quedará la duda si mi negativa a aceptar ese dinero de Miguel, pudo ofenderle. Espero que no.

Equilibrios en Medellín

Aquellos instantes posteriores a beberme uno de tantos jugos de guanábana con leche. Deliciosos.
Aquel mail que nunca pensé que pudiera llegar: ‘Te escribo para contarte que por el momento no existe la factibilidad de poder realizar tu proyecto en esta Campaña Antártica de Verano 2006/2007, lo tendrán pendiente para las próximas oportunidades que surjan en la
planificación de las campañas antárticas’. Mucho trabajo le dediqué y mayores expectativas proyecté. Era una buena oportunidad para mi futuro profesional. Ahora mismo es una desilusión.
Aquellos dos mails de mi hermano Javi e Iñaki que me anunciaban que a comienzo del próximo año, mis cuñadas respectivas darán a luz dos varones. En ambos caso, me dicen que no hay duda que son varones. Los Jiménez somos así. Dice mi hermano ‘el niño estaba sentado con las piernas cruzadas tipo indio y rascándose la barbilla con la mano derecha "no podía ser otra" y como si lo supiera llegó la hora de ver el sexo, se acomodó de tal manera que ahí estaban los testículos y la colita’.

Cartagena de Indias 1

Aquel hombre al que he estado buscando por medio Cartagena de Indias para comprarle una guayabera (camisa típica del varón caribeño). Ese hombre es un vendedor ambulante (¿por dónde?) de guayaberas ‘bonitas y baratas traídas de Panamá’ me hablaron. Tercer intento frustrado. Cuando mi hermano Luismi vino a Colombia hace unos años a trabajar a Cali, le pedí me comprase una. Lo que me llevó al final fue un saco de ‘Café Colombia de Juan Valdés’. El año pasado (el día de Covadonga Patrona de Asturias. ¡Cómo olvidar aquel día de desesperación!), el único día que dispuse en Panamá City antes de irme a convivir unos días con los indios Kuna a sus islas, mi tarjeta VISA estaba bloqueada y no pude comprarme guayabera alguna. Por despecho y ya con liquidez, compré a los kuna alguno de sus tejidos coloridos. ¡¡Papá, habrá que ponerles un marquito, no??
Con lo mono que hubiera estado yo luciendo una guayabera por estas calles de Cartagena resaltando mi bronceado. ‘Pues le quedaría muy chévere Señor con ese color de piel y eso color de ojos’ me decía con coquetería la vendedora de una tienda a la que pasé hoy antes que la respondiese con lástima “muy cara mi amor, muy cara”. Ni tan siquiera llegaba a 25€ pero un lujo para mi presupuesto actual.

cartagena de indias 6

Aquella sensación que me dejó escuchar a Lina contar su experiencia como colombiana, como “sudaca” en Madrid. Tras quince días de jornadas de trabajo interminables como protésica dental no solo no le pagan sino que además la amenazan con denunciarla por situación ilegal en el país. “Sudaca de mierda” tiene que oír de un hijo de puta que casi la atropella. Rabia y miedo al presenciar en el metro una agresión a otro latino simplemente por ser “sudaca”. Los padres de Mauricio me contaron que hace unos 30 años en un viaje que hicieron a Alemania se encontraron con un cartel a la entrada de un restaurante que ponía “Perros y españoles no”. Aunque creo que es una cualidad muy, muy extendida en la sociedad occidental de hoy en día, creo que en España la ignorancia es la principal característica que nos identifica a los español. Somos un pueblo ignorante. Con tiempo y en otro contexto, se lo argumento a quien quiera escucharme. Para el caso que nos ocupa, no es que olvidemos nuestra historia como pueblo emigrante, simplemente y en el mejor de los casos, no la tenemos en cuenta y cuando no es por desconocimiento.

Trafico-en-Medellín

Aquel susto cuando llego a la habitación del impresionante hotel al que he sido invitado en Cartagena de Indias y leo el siguiente encabezado de tres líneas que acompaña a la carta que me da bienvenida: “Sr. Antonio Jiménez – Escritor – E.S.M.”. Me quedé perplejo cuando vi el nombre de mi antigua empresa (ESM) escrito en aquella carta, en aquel hotel, en aquel momento, en aquel tiempo tan lejos ya de mi pasado. Al día siguiente, cuando fui a saludar a mi contacto, le pregunté de dónde habían sacado eso de “E.S.M.”. “Señor Jiménez eso significa ‘en sus manos’” me contestó con humildad. Y yo pensando durante más de siete años que era “Europa Seguridad Minera”.
Aquel momento en que cenando solo y rodeado de parejas en la terraza del restaurante situado frente a la Catedral de Cartagena de Indias, sentí por primera vez que hay ciudades o lugares a los que no se puede ir sin la compañía de una mujer con un gran corazón.

Te eché de menos
Eche de menos tu elegancia colgada de mi brazo mientras el pasear firme sobre tus tacones deja constancia de tu femineidad sobre las calles iluminadas.

cartagena de indias 5

Eché de menos tu presencia cuando me preguntaron ¿mesa para dos Señor? y más aún cuando posteriormente llegaron los músicos y me dijeron ‘¿una romántica patrón?. Eché de menos tu conversación mientras degustaba en aquel elegante restaurante frente a la catedral un sabroso pargo con calamares y champiñón. Eché de menos tu complicidad mientras me bañaba en la piscina del hotel bajo la madrugada que vigilaba la luna llena. Eché de menos tu cuerpo cuando me extendí en esa inmensa cama y no encontré a quien abrazar en el lado izquierdo. Te eché de menos. ¿Dónde estás? ¿Quién eres?

El momento
La vida nos depara momentos sublimes junto a otros más vulgares. Las dos últimas noches dormí en uno de los hoteles más lujosos en los que haya podido estar.

hotel

Una vez acabada la invitación, y a menos de cinco minutos andando de aquel espléndido lugar, está el hotel donde hoy dormiré, más bien un motel. Parejas salen y entran de las habitaciones sin disimulo. La que está justo en frente de la mía (la 303) debe ser la más solicitada pues tiene gran movimiento. Cuando me di cuenta de esto, le sugerí al ‘pelao’ que me atendió, que me redujese el precio de mi habitación a la mitad pues le garantizaba que yo no iba a dormir acompañado. No hubo manera de persuadirle. La cama es de piedra así como la mesa sobre la que os escribo estas líneas. La silla no, la silla es de plástico. Al lado de mi portátil, una bolsa con media piña. La otra mitad ya me la comí. Hoy me dio un antojo, bueno en realidad fueron dos los antojos. El primero fue yogurt líquido. Extraño pues nunca he comprado yo esas cosas. Lo rechacé por caro (apenas euro y medio). Al segundo no me resistí. Una piña entera para mi solito. La segunda vez que hago una cosa así. Pero a diferencia de la que me comí en Brasil, esta está demasiado agria. Y mira que me avisó el hombre. Y ahora mamá no puedo terminar con ella. ¡¡Es que está muy agria mamá!! Junto con la piña y dos bolas de una especie albóndiga grande de carne y huevo con patata, esa ha sido mi cena. Todo por euro y medio.
Hace unos minutos me asusté cuando la televisión (sin mando y sin botón de encendido) se encendió os lo juro sola. Apareció el Canal 67 pero en blanco. El 68 no aparece y el 69 como siempre, tampoco funciona. No sé si esto es una señal. 30€ la noche y con un fantasma como compañía. Espero que al menos tenga un gran corazón.

fernando alonso


En Cartagena de Indias a 11 de octubre de 2006

lunes, 2 de octubre de 2006

hasta pronto hermano, adiós Venezuela

Los Roques2

El viaje
Los últimos días en Venezuela los disfrutamos en Los Roques. Mi hermano corrió con los costosos gastos que supone llegar hasta el Archipiélago de Los Roques, a menos de una hora en avión desde Caracas.

Nunca vi una gama de colores tan diversa provocada por las que provocan las aguas transparentes que bañan los islotes y arrecifes de coral de este parque natural.

Los Roques1

El pueblo principal, de calles de arena de playa, encantador. Un lugar ideal para invertir y montar tu propio negocio y trabajarlo 'a ratos'.

Sin lugar a dudas, junto el Parque Nacional de la Sierra Nevada, lo mejor que vi en Venezuela. Absolutamente recomendable. Gracias a mi hermano Luismi que me permitió disfrutar del espectáculo del archipiélago de Los Roques.

catamaran Los Roques

La desesperación absoluta
¿Qué hacer cuando llegas a un sitio como Los Roques para fotografiar todo el espectáculo visual que te ofrece esta maravillosa naturaleza y la cámara de fotos vuelve a darte problemas?

Los Roques

Adiós Venezuela
O hablando con propiedad, la República Bolivariana de Venezuela, es un país donde llenar el depósito de gasolina de un coche vale menos que el precio de una botella de litro y medio de agua. ¡Tal y como oís! El país de la arepa, del pabellón, de los jugos… es un país interesante para recorrer; ríos, playas, llanos, montañas, selvas, sabanas… Lástima deficiente gestión del turismo.

pajaro

He comprobado con otros extranjeros que es bastante difícil acostumbrarse a él. Acostumbrarse al caos del tráfico, a las formas bastas de los gestos, al ruido de voces, a la desorganización de lo cotidiano… La imagen que tengo es de un país rudo.

Afortunadamente mi hermano y yo fuimos a dar a lo largo de este país con gente encantadora que nos brindó simpatía, atención y cariño. A todos ellos que compensaron sensaciones abrumadoras por parte del exterior, infinitas gracias.

Los Roques3

El país vive en la actualidad un esperanzador proceso de cambio sociopolítico construido bajo premisas de poder popular, soberanía nacional y justicia social. Mucho tiempo habrá de pasar para ver el resultado de este proceso revolucionario que pretende construir en tiempos de globalización capitalista, lo que aquí denominan el 'socialismo del siglo XXI'.

Venezuela

En vistas del resultado que históricamente han tenido las políticas aquí implantadas que han generado una gran pobreza a pesar de contar el país con una gran riqueza en recursos energéticos, este nuevo proceso de cambio sociopolítico merece al menos, e independientemente de determinadas extravagancias, respeto y mucha atención por lo que se pudiera aprender y aprovecharse de él.

niño2

La despedida
Corriendo, como casi siempre, llegué al Terminal de Caracas para tomar el autobús y dar por finalizado mi estancia en Venezuela después de tres semanas de recorrer el país en compañía de mi hermano Luismi. Allí nos esperaba More, nuestra madre adoptiva venezolana. 'Corre, corre que pierdes el autobús', me urgía.

niño

Mientras organizaba mínimamente mi mochila, mi hermano me advertía sobre los peligros inmediatos. Empujado por las prisas de los demás, apenas pude despedirme de ellos. Dejaba la compañía de mi hermano tras un periplo por Venezuela que siento anárquico y carente del ritmo e intensidad que los dos esperábamos. Afortunadamente, nuevos destinos, nuevos recorridos entre montañas majestuosas, nuevos amigos… seguramente nos estén esperando en algún lugar. Mientras llega ese momento, y mi vivir se hace más racional, tu no cambies como hermano. ¡¡Hasta pronto Luismi!!

atardecer Los roques


En Caracas a 21 de septiembre de 2006