miércoles, 7 de febrero de 2007

un adiós, un reencuentro y un hasta luego

El viaje2007-02-07 05:18:17

atardece sobre la Plaza de Armas

Hay sitios a los que a uno le cuesta dejar. Ese es el caso de Colombia. Antes de dejar atrás la tierra paisa de Medellín, una borrachera después de cinco o seis años de la última, me sorprendió en el momento más inoportuno.

Atardece sobre el Malecón

En compañía de los amigos y amigas de Mauricio el aguardiente antioqueño me traicionó. Cuando ya no sirvieron de nada mis excusas para eludir el baile, claudiqué a la petición de María para bailar vallenato. Seducido por su conversación, sus encantos de silicona, sus ánimos para el baile… descuidé los estragos del aguardiente. Mi supuesta hombría me impedía negar cualquier ronda.

atardece sobre Lima

Para cuando María me puso en compañía de una de sus amigas para brindar por las mujeres colombianas, un shunami se apoderó de mi consciente. Con el trago del brindis inacabado y la cara de incredulidad de mi compañía, mi dignidad se marchó fuera del local. Allí y a base de respiros profundos infructuosos para recuperar el tipo, comenzó una ‘noche bien toledana’. Para olvidar y tirarse de los pelos.

Miraflores al atardecer

Tras tres noches seguidas durmiendo en un autobús, llegué a Lima. Y llegué a la capital peruana gracias a un encantador grupo de folclore ecuatoriano que en la frontera entre Ecuador y Perú, aceptaron mi petición de llevarme en su autobús privado. Y así entre plumas y trajes coloridos, llegué a Lima.

Verano en Lima

Tras casi un año que amigos comunes nos pusieran en contacto, Gracia y yo nos conocimos. Fue en el consulado de España en el que trabaja desde hace año y medio tras dejar Oviedo. De su guía y de la de sus amigos, pude conocer la otra Lima. Sin ella, me hubiese llevado de Lima la imagen estereotipada de siempre.

Malecón de Lima

En Villa el Salvador estuvimos con el grupo de sacerdotes toledanos que realizan su trabajo pastoral y social en un entorno bastante deprimente. Allí y a pesar de los años transcurridos, la presencia de mi hermano Javi y de mi cuñada Sara, sigue presente. La de mi hermano Iñaki también perdura al lado, en Pachacamac.

Villa El Salvador

En Chorrillos, Gracia me presentó a Florencio, un misionero comboniano que trabaja en un barrio marginal a las afueras de Lima.

Chorrillos

Sobre los cerros que rodean Lima, los recién llegados a la capital en busca de un mejor vivir, levantan sus precarias casas a base de esteras y materiales de desecho de la construcción. Sin agua y sin luz, (sobre-)viven.

atardece sobre Chorrillos

Gracias a una cena organizada por Gracia, pude contactar con algunos de los asturianos afincados en Lima. En torno a tortillas de patatas, croquetas, jamón, chorizo, sangría, huevos con besamel, empanada… transcurrió la velada.

Gracia

Y después de una semana como ‘okupa’, hice mi mochila y con el mejor recuerdo posible dejé a Gracia con su entretenida y ajetreada vida limeña. Afortunadamente para ella… y para mi, nuevos destinos llegarán en su vida profesional. Y nuevas visitas como ‘okupa’ llegarán. De momento, la próxima cita en junio en Oviedo.

Lima al borde

Camino del sur hacia la frontera boliviana, paré en Paracas para visitar las Islas Ballestas, un territorio donde habitan miles y miles de aves migratorias, lobos marinos, focas, pingüinos…

Islas Ballestas

Antes de marchar, una mal guiada visita por la Reserva Nacional de Paracas para ver formaciones rocosas curiosas sobre un terreno desértico junto al mar.

Focas y lobos en las Islas Ballestas

Las gracias
Mil gracias Gracia por agasajarme como toda buena madre. Gracias Gracia por poner a mi disposición tu tiempo, tus amigos, tu casa, tu cariño. Gracias Gracia… Recupero el brindis, ‘por que tu estancia en Perú sea realmente feliz’. Como tú estás bien comunicado con ‘el de arriba’, así habrá de ser.

con Gracia... y Lima

La anécdota
Una ampolla infectada en la planta de mi pie izquierdo, me obligó a acudir a un hospital nada más llegar a Lima. En la Clínica Anglo Americana, aquellos cinco minutos de atención y cura del médico de guardia, la aguja, la venda y los guantes, me supusieron 65€. Y no cuento los 10€ que pagó Gracia por la pomada que me recetaron.
Estas experiencias, costosas, te sirven para valorar los afortunados que somos por tener una sanidad pública y gratuita.

Reserva Natural de Paracas

La fecha
El 16 de junio, a las ocho de la tarde en la Sala de Cámara del Auditorio de Oviedo, estáis citados a presenciar el reportaje audiovisual que ha de resumir esta experiencia de viaje por estas tierras de la América Latina.
Ironía de la vida. Está fijada la fecha de ese encuentro con todos vosotros y aún no atisbo de cerca la fecha de mi regreso.

Plaza de Armas de Lima


Desde Puno a 3 de febrero de 2007

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