jueves, 20 de julio de 2006

no hay futuro en Río... en Río de Janeiro

El viaje
Invierno en Río, Río de Janeiro. Y los cariocas y turistas disfrutando de la playa y de una temperatura en torno a los 25º.

Playa de Copacabana

Dicen por aquí que Dios hizo el mundo en seis días y que el séptimo, descansó en Río. Si a Dios le gustase las playas grandes, las actividades al aire libre, las mujeres despampanantes, la vida nocturna… entonces podría ser verdad. Pero si por el contrario le indignase las diferencias sociales, rechazase los vicios, le molestase la inseguridad… entonces sería mentira que Dios descansó aquí.
Río es una ciudad que vive absolutamente hacia el mar. A modo de anfiteatro, varios montes rodean la ciudad. En sus faldas, las casas de las favelas ganan terreno ascendente. La pobreza rodea la ciudad. La estatua del Cristo Redentor desde el morro (monte) de Corcovado, es el icono de la ciudad.

Río de Janeiro

Desde arriba puede divisarse como la ciudad vive casi sobre el atlántico, sobre la Bahía de Guanabara. También puede verse el Pao de Acúcar, y las famosas playas de Copacabana e Ipanema.



La actividad en estas playas es intensa, como intensa es la provocación de los cuerpos que juegan, nadan, pasean…

Cuerpos en Río

Río bien merece una visita de al menos dos semanas. Los alrededores son por lo visto muy atractivos (Buzios, Teresópolis, Ilha Grande, Paraty). Lamentablemente, no puedo quedarme más tiempo. Para quien quiera venir en carnaval que sepa que los precios, en el mejor de los casos, se doblan en esos días.

Maracaná

Las mujeres
Me decís muchos que me dedique más a las mujeres y menos a “filosofar de la vida”. ¿¡ Filosofar en Brasil!?
Tantos ellos como ellas, lucen cuerpos impresionantes. No obstante, me siguen llamando mucho más la atención el de ellas. Jamás vi mujeres como las brasileñas. La mayoría de ellas son ya en sí un auténtico monumento. Me sorprendo a mi mismo, girándome con descaro al paso de la de turno y es que aquí el culo adquiere proporciones de excelencia. ¡Excelencia divina!. Nunca vi cosa igual. Aunque lejos, muy lejos de mi gusto por la belleza discreta y la elegancia burguesa de las mujeres de Oviedo, las brasileñas me están volviendo loco. De ahí quizá que me dedique a la ‘filosofía’.

Pedra dois Irmaos al fondo

El prestigio
El voleyplaya es un deporte que me gusta… aunque nunca había jugado. Me acerqué a sacar unas fotos a una de las múltiples canchas que se reparten sobre la playa de Ipanema y en la que jugaba un grupo de veinteañeros.

Playa de Ipanema

Después de un tiempo, uno de ellos me invitó a sustituirlo. Me puse nervioso. Era como debutar con mi Atleti ante el Madrid. Cuando les respondí que era español, todos me recordaron la medalla de plata que conseguimos en volleyplaya en la pasada olimpiada. Mientras me preparaba, pensé que aquel recordatoro les haría pensar de yo sería un buen jugador. Yo, que era la primera vez que iba a tocar un balón de volley… Como exigencia del guión, tuve que quitarme la camiseta lo que me dio un tanto de reparo al verme mezclado con los cuerpos estilizados de mis compañeros. Y ahí salté yo a la cancha, con mi bañador tradicional frente a los bañadores surferos de ellos.

Voleibol al atardecer sobre la Playa de Ipanema

Los estiramientos rápidos que apenas hice no hicieron otra cosa que ponerme más nervioso. Sentí la mirada de sus novias y amigas sobre mi cuerpo… blanco y deforme. El primer balón, como el segundo y el tercero, no consiguieron mi propósito. Pronto todos se dieron cuenta de mi nula experiencia. El equipo contrario me lanzaba todos los balones a mi. Cuando me tocó serví, encadené una racha de unos seis o siete puntos. Envalentonado por lo realizado me vine arriba. Pero al querer salvar un maldito balón que me lanzaron a la esquina, lo golpeé de tal forma que se fue derecho hacia la calle por donde pasaba todo el tráfico del mundo. Y todo fue como a cámara lenta. Aquel balón entre coches y coches, yendo de un lado para otro. “Seguro que lo pisan, seguro. Toñín ves preparando el dinero” me decía. Cuando lo atraparon, quise ver la pelota entera, indemne. Con un gesto positivo de la mano, respiré profundamente. Hasta que mis compañeros me dijeron que se iban a bañar, que estaban cansados… seguramente de mi. Entendí su gesto. En la soledad de esa cancha de la playa de Ipanema, con mi bañador tradicional y mi moreno de obrero… me sacudí la arena de mi cuerpo y me fui… yo todo digno.

La duda
Sábado noche en Río. Doce y media de la noche. Lejos de mujeres espectaculares, de insinuaciones, de exhibiciones, del deseo… lejos de todo eso, decido irme a la cama. Me encantaría conocer este mundo que forma parte del mundo en el que vivo. La curiosidad por la novedad, la expectación por el azar, la ilusión por lo desconocido… me atrae pero otras preferencias y el uso racional de mi dinero castran mis deseos. ¿Haré bien?

El futuro
Medianoche sobre la favela de Barros Filho al norte de Río de Janeiro. Aunque cualquiera lo diría, esto también es Río, Río de Janeiro. Cuarenta mil personas de distintos vivir, tratan de (sobre-)vivir. De noche, incluso parece bonito, parece ‘un portal de Belén’.

Atardeciendo sobre la favela de Barros Filho

Hace ya una hora que no se oyen voces desde el exterior. Las calles de acceso al interior, están cortadas por troncos de árboles para evitar el acceso rápido de la policía (corrupta y asesina). A estas horas tan solo se mueve la droga y las relucientes motos que la conducen. Las armas de todo tipo protegen el entramado. Impactos de bala por todos los sitios, son la prueba. No hay futuro.
Aquí adentro de la favela, todo el mundo sabe lo que le corresponde hacer. Aquí ni se ve, ni se oye nada. Es difícil escapar a una situación donde niños con apenas catorce años ganan más que las personas que trabajan lícitamente. Macinho, un joven de dieciocho años y a quien le he dejado mi cámara pequeña durante los tres días de mi estancia aquí para que retrate lo que para él es su comunidad, me dice que quiere ser coronel. Cuando le pregunto por sus amigos, me responde que todos quieren dedicarse a las pistolas y a la droga. No hay futuro.

Cotidianidad en la favela (Barros Filho)

Apenas hace unas horas, hablaba con Roseana y sus veintiún años. “¿Que cómo me gustaría verme de mayor? Licenciada en farmacia, viviendo en otro barrio y teniendo mi propio carro. Yo sólo quiero eso, sólo eso.”, me decía entre sollozos pues sabe que no conseguirá en su vida nada de eso. No supe qué decirla para consolarla. No hay futuro.
Y aquí, junto a este despacho que ahora ocupo, duerme Ildefonso, un sacerdote toledano que lleva 48 de sus 72 años luchando, apoyando, consolando a esta gente.

Junto a los que la viven (Favela Barros Filho)

No sé si su lagrimal irritado y húmedo es fruto de tanto desconsuelo o fruto de la conjuntivitis permanente que padece desde hace años. El tamaño normal de su cuerpo no se corresponde con su casta. Y su hablar pausado nada tiene que ver con su tesón.
De otra madera. Sí, este hombre está hecho de otra madera. Son de esas personas que viven efectivamente a la intemperie. Que se mojan cuando llueve, que se queman bajo el sol, que busca la vida en cada acción, que vive aislado en medio de la noche… Así, lejos del reconocimiento por su trabajo y su vida dedicada a los miserables de la tierra, está Ildefonso. “Sinceramente Ildefonso, ¿qué es lo que te hace levantarte todos los días y darlo todo en un sitio así?”. “Mi fe en Dios y el cariño que siento de toda esta gente. No hay nada más”. ¡Qué pequeño y miserable que soy!, me repito una y otra vez.
Cada suceso, historia, tragedia… que me cuenta, es aún más increíble que el anterior. El 40% de los funerales que se celebran a la semana en la parroquia, pertenecen a jóvenes. No hay futuro.
Cuando por la mañana me dijo que por qué no me quedaba un día más, sentí que mi compañía le reconfortaba. Fue lo mínimo que pude hacer por él.
Seguramente hoy, como anoche, Ildefonso no concilie el sueño. El dinero del convenio que tiene firmado con el Ayuntamiento de Río para sostener a los niños que acuden a las guarderías que tiene la obra social que coordina, no llega desde hace tres meses. De no llegar en una semana, tendrá que enviar a los niños a sus casas. “Necesitamos que estos niños vengan a la guardería. Aquí preparamos el futuro”.
Si en esta habitación de aquí al lado donde ahora trata de dormir Ildefonso no está Dios, entonces Dios no existe.

Cristo Redentor

En Río de Janeiro a 16 de julio de 2006.

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